Nos encontramos
yo, en el rol de maestra el otro en el rol de alumno.Coloco mi mano en algún
lugar del cuerpo de mi alumno, mientras él se mueve, lenta y suavemente
intentando percibir todos los detalles de su movimiento...
Mi mano tiene un
tacto sutil, con el tono más suave que mi sistema puede encontrar.Mi mano toca
para escuchar, para recibir información, para conocer los detalles del
movimiento de la persona que toca.
No pienso en nada, "siento
sensaciones".Al mismo tiempo mi toque, con esa calidad de atención, le
sirve a mi alumno como un espejo,le ayuda a poner un "zum" en los
detalles de su propio movimiento, en las sensaciones que emergen desde un lugar
muy profundo y a veces muy desconocido.
Entonces mi sistema
nervioso y el sistema nervios del otro se van conectando, ya no hay roles,
somos dos seres dialogando a través del tacto.Como una danza en donde ninguno
impone, más bien somos llevados por una melodía kinestésica, en donde las sensaciones
más primitivas se vuelven protagonistas .El tacto, la sensación de apoyo, el
roce de la piel, el calor, el peso, la respiración cada vez más profunda, el
pulso, la soltura muscular.
Así... de a poquito, en esta relación de escucha y presencia plena, se va construyendo el proceso de la "autoconciencia". Proceso que repara y expande, que conecta e integra, para que cada "ser" despierte su potencial y lo desarrolle.
Así... de a poquito, en esta relación de escucha y presencia plena, se va construyendo el proceso de la "autoconciencia". Proceso que repara y expande, que conecta e integra, para que cada "ser" despierte su potencial y lo desarrolle.
Para que cada "ser" se abra paso a lo nuevo y lo transforme, tejiendo desde adentro mejores maneras de responder a la
vida.
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